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Y tras el confinamiento por Covid-19, ¿qué?

cuando por fin podamos salir a la calle con normalidad, ¿será todo normal?

Estamos todos deseando que esto acabe.

Aún queda y es mejor plantearse que será largo y que luego se pueda salir antes, que poner nuestras expectativas en que será pronto y haya que alargarlo. Vivir con metas a corto plazo ya que es lo que podemos controlar.

A estas alturas ya estaréis habituados al confinamiento siguiendo los consejos de los expertos para crear rutinas saludables en esta situación excepcional. Pero, ¿qué pasará cuando levanten el confinamiento?

¿Volveremos a la normalidad inmediatamente?

Volver a lo anterior al Covid-19 va a ser lento. Tras la primera euforia de salir sin restricciones, volver a abrazar a los seres queridos, llorar en compañía por las pérdidas de familiares, y disfrutar de actividades y espacios de ocio, llegará el momento de instalar de nuevo rutinas que ahora hemos tenido que adaptar al interior de nuestros hogares. Recuperar o encontrar trabajo para muchos. Cambio de vida para quienes se hayan replanteado sus valores.

Esto dependerá de las habilidades personales y los recursos con los que cuente cada persona, al igual que están influyendo en cómo sobrellevamos este periodo de pandemia global. Así, las personas que se adapten y rehagan su vida según el momento notarán pocos problemas emocionales, manejables y puntuales, y se volverá a la normalidad con facilidad. Los más resilientes lo harán con más rapidez. Un paso más darán aquellos que no sólo se adaptan con flexibilidad, sino que crecen en las situaciones adversas, salen reforzados, sacando lo positivo y ampliándolo (crecimiento postraumático).

Dificultades Emocionales

Un problema que se va a presentar es el del temor aún latente que sentiremos al volver a relacionarnos con gente. Temor a la posibilidad de contagios y vuelta a empezar, temor a parecer obsesivo con las precauciones, temor a serlo poco, y desde luego, a que haya otro virus o foco de infecciones diferente. Hipervigilancia, ansiedad, evitación y hasta huidas de sitios en los que nos sintamos desprotegidos o de contactos que creamos peligrosos.

Este miedo, lógico tras lo vivido, irá disminuyendo naturalmente, pero en ciertos casos puede mantenerse y generar problemas de relación y quizás a nivel laboral, etc. En algunas personas, el temor y la ansiedad pueden derivar en trastornos emocionales y psicológicos, como TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) o agorafobia, enoclofobia (miedo a sitios abarrotados de gente), hafefobía (miedo al contacto físico), hipocondría o depresión.

Cuadno por fin podamos salir quizás nos cueste recupera la normalidad

Problemas sociales

Pudiera suponer disturbios o vandalismo hacia grupos de personas o sectores que se señalen como fuentes de nuevos contagios, o de riesgo por haber estado más expuestos. Y protestas organizadas (legales o no, con violencia) hacia los que crean responsables de la situación vivida (políticos sobretodo).

Es importante, como siempre, valorar por qué sentimos esas emociones de rabia, miedo, ansiedad, tristeza y por qué tan intensas. Entender qué las provoca realmente y si estamos siendo justos y objetivos. Si nos hemos planteado la situación correctamente o sólo parcialmente, tomando acciones basadas en ideas incompletas. Y desde luego, las consecuencias que podemos conseguir (positivas y negativas) si se actúa movidos por una emoción nacida de un razonamiento erróneo. Y, como recomendamos desde la psicología positiva, no se debe olvidar valorar los recursos personales y externos a nuestro alcance, nuestras fortalezas y no sólo lo negativo, y mirar las posibilidades de solución en un futuro más a medio y largo plazo antes de tomar decisiones por la situación presente.

Crecer en la adversidad

Como personas y como sociedad saldremos fortalecidos de esta situación, aprenderemos a organizarnos mejor en situaciones similares, a prevenirlas y a reaccionar con menos pérdidas a todos los niveles. La convivencia o falta de ella durante este confinamiento nos está haciendo conocernos mejor a nosotros mismos y a las personas cercanas, descubrir habilidades propias y ajenas, manejar tensiones y organizarnos más eficientemente. Comprobar cómo lo importante (que decíamos valorar, pero realmente no éramos consecuentes) es lo que más debemos cuidar. Sin duda, de lo malo se pueden aprender grandes enseñanzas y crecimientos.

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