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Salir del ciclo del Fracaso Victimista

yo elijo cómo es mi suerte, con mis acciones

Queja sin cambio= seguir mal, cada vez peor.

Pensamientos derrotistas y negativos como “¿Por qué a mí?”, “¡Todo me sale mal!”, “¡Todo se pone en mi contra!”, “¡Jamás estaré bien!”… nos predisponen a no intentar mejorar, pues ya damos por sentado que no hay nada que hacer. Y claro, si no se hace nada, nada cambia. O por lo menos no por mi influencia. Y por azar o por la acción de otras personas, incluso las que pretenden ayudarnos, es complicado obtener justo lo que queríamos. Lo más frecuente es no obtener nada o muy poco, o que no nos beneficie mucho.

Esto nos hace creer que efectivamente no había solución, nos autoconfirma, nos autoconvencemos de que no había nada que hacer. Mejor no haber perdido el tiempo intentándolo. Así nos mantenemos en el ciclo del fracaso, un ciclo victimista, donde sentimos que nos va mal pero no podemos hacer nada.

Visión tunel

Es un problema de visión túnel, de sólo ver lo que tenemos delante, no mirar a los lados, no ver otras opciones; no valorar otros datos que podrían darnos una perspectiva diferente y animarnos a hacer algo distinto.  Sólo repito lo que sé hacer, aunque no funcione.

Si no se ve otra forma diferente de actuar, se siguen obteniendo los mismos resultados, pero uno se cansa, se siente frustrado e impotente y ansía ayuda externa al no creer poder hacer nada más por sí mismo.

El problema es que, con esa visión tan cerrada, aunque otro nos ayude no vamos a mejorar. Los resultados que otra persona nos genere no durarán porque no sabremos mantenerlo. Seremos eternamente dependientes.

Si la única reacción ante los problemas es la queja y la espera de la ayuda externa, no lograremos estar bien, seremos víctimas de nuestra propia percepción errada. Sólo culparemos a los demás de nuestro propio fracaso, porque no nos hemos responsabilizado de nuestro propio éxito.

Los problemas externos pueden hacer daño, pero si tenemos un buen manejo de las emociones y gestionamos bien las situaciones, se superan. Pero si un problema o una situación nos supera (salvo situaciones muy graves) es indicio de que no estábamos previamente bien formados y preparados para ello, que ya había una incapacidad previa.

No podemos depender de la buena o mala suerte, que tengamos buenas situaciones o que nos toque gente amable o competente alrededor que nos facilite las cosas. ¿Y si no? Hay que estar preparado para lo peor y no sólo confiar en que suceda lo mejor. Porque otra gente con las mismas dificultades o situaciones, funcionan y están bien. ¿Por qué tú no? ¿Qué te diferencia? ¿Pueden estar los otros haciendo algo diferente? ¿Podría hacerlo yo?

¿Cómo salir de ciclo de fracaso victimista?

Hay que saber adaptarse a las circunstancias, en lugar de pretender que sea al revés: las situaciones sean como yo deseo y creo que “debieran ser”. Dar por sentado que mi forma de ver la situación es la única adecuada y son los demás los que se deben adaptar, sin respetar que otras visiones y creencias puedan ser válidas.

Actuar sin esperar a que todo sea perfecto, ya se irá mejorando; pero si no se hace nada, no habrá sobre lo que mejorar.

SIEMPRE TIENES LA OPCIÓN DE CAMBIAR.

Debes asumir la responsabilidad de tus acciones, de tus decisiones, de tu vida. Culpar a otros no les hace más responsables.

Puede doler reconocer la responsabilidad de lo que no va bien, pero también te responsabilizas de los aciertos. Y lo bueno es que supone que tú tienes el PODER de elegir lo que te venga mejor.

mis propias decisiones guían mi vida
Yo decido en mi vida

Las excusas y autojustificaciones sirven un tiempo, pero después sólo impiden ver las posibilidades reales de estar mejor, de que depende de mí, que se puede, que yo tengo la llave para estar bien, que no depende de nadie más. Las excusas me tapan, me minimizan, me ayudan a conformarme con una vida que no es la mía, con la que no me siento a gusto, pero de la que no me atrevo a salir, no me siento capaz, y me engaño para creer que estoy bien así, o que algo muy poderoso me impide lograr mis objetivos.

Tampoco conviene ampararse en que los demás están mal, que la situación es mala, que la gente no nos lo pone fácil… Puede ser, pero yo puedo decidir no formar parte de ese grupo, y no dejar que eso me influya: ir a lo que yo Sí puedo controlar, modificar.

Lo bueno de asumir la responsabilidad es que puedo elegir y cambiar todo lo que necesite y desee. Sólo el dar el paso de salir de la conformidad ya es un triunfo, no aceptar lo mediocre.

Sin miedo al fracaso

Para mejorar hay que arriesgarse a que el proceso puede ser largo y duro, o no tanto. Que los resultados permanentes llegarán con constancia, que para mejorar hay que entrenar, que durante el proceso habrá veces que no salga bien, y que perseverando y modificando hasta obtener los resultados deseados se construyen nuevas costumbres saludables que hacen cada vez más fácil y rápido el éxito. Sin miedo al fracaso, porque el fracaso es no intentarlo. Los errores son parte del proceso, son necesarios para aprender.

Para mejorar hay que:

  • OBSERVAR Y ANALIZAR lo que hay y no está funcionando, y lo que sí.
  • REFLEXIONAR Y ASUMIR responsabilidades.
  • TOMAR ACCIONES encaminadas al cambio, siendo realistas.
  • Volver a ANALIZAR los resultados para ir adecuando los cambios hasta que sean los más adecuados.
  • Adaptarse a las circunstancias (pues ellas no se adaptan a ti). La flexibilidad es una de las claves de la felicidad.

Dónde sirve dejar de ser víctima

Todo esto lo podemos aplicar a cualquier situación problemática, a la gestión de la vida, en general. Pero por poner varios ejemplos donde a veces nos anclamos en la queja sin acción, nos volvemos víctimas de … la sociedad, del gobierno, de las instituciones, de la competencia laboral, de la gente, los falsos amigos, de las malas personas, las malas parejas, la gente egoísta que aparca en el sitio en el que yo no intenté…

Y no digo, por supuesto, que no haya situaciones injustas y gente que se aprovecha de otros, o que sin pretenderlo hace daño, pero no podemos resignarnos a la suerte que nos toca. La suerte hay que construirla, hay que redirigirla y tratar de acercarla a nuestros propósitos. A veces se reirá de nuestros esfuerzos, pero muchas otras, nuestra perseverancia nos recompensará con el éxito.

Porque hay veces que es la actitud victimista la que nos impide disfrutar plenamente de lo bueno que, en realidad, ya tenemos a nuestro alcance, pero no vemos, empeñados en la inacción, en que sean los otros quienes me hagan el trabajo, me salven, me entiendan, me ayuden y además, lo hagan tal como me gusta y deseo. En vez de ver lo bueno, sólo nos fijamos en lo malo. En vez de buscar soluciones sólo comentamos los problemas, culpamos a otros de ellos en vez de asumir nuestra parte y sobretodo, nuestra parte en la mejora. Cuando se acaba lo poco bueno porque no lo cuidábamos, encima, nos sentimos confirmados en nuestra creencia de que nos persigue la mala suerte contra la que no podemos luchar.

Así se rompen innecesariamente parejas, se pierden trabajos, no se consiguen o no se ganan competiciones, se pierden oportunidades porque no consideramos que estaban a nuestro alcance. Es la actitud de víctima la que impide que ganemos, no nuestras capacidades reales, porque éstas no se pusieron en marcha, derrotados antes de empezar.

 

Lee sobre tener una actitud ganadora, positiva, en mi artículo https://psicologiasian.es/psicologia-positiva/

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