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Cómo no romper la pareja durante el encierro

El confinamiento prolongado en casa puede ser una prueba de fuego para la estabilidad de las parejas.

CÓMO PASAR EL ENCIERRO SIN ROMPER LA PAREJA

La situación excepcional que estamos viviendo a nivel mundial estos días puede ser una prueba de fuego para muchas parejas. Algunas saldrán reforzadas, reconectarán, aprenderán a entenderse mejor, fomentarán la comunicación y el respeto y reavivarán su relación a muchos niveles.

Pero otras sucumbirán al estrés emocional y caerán en discusiones surgidas de la descarga en el otro de la tensión personal, y por la dificultad de uno o ambos miembros de la pareja para comunicar emociones asertivamente, expresar correctamente las quejas y manejar las dificultades.

Y en parejas que ya tuvieran problemas previos puede ser complicado sobrevivir a tantos factores estresantes. Para muchos supone confirmar que ya no eran pareja hace tiempo. Para otros supondrá quitar el velo de aparente normalidad que mantenían por miedo a enfrentarse a sus sospechas. Algunas personas se sorprenderán cuando sólo su pareja sea quien llegue a esta conclusión.

Es importante no confundir problemas puntuales con profundos, y no dar por rota una relación que sólo necesita reconducirse. Quizás basta con volver a la normalidad o un poco de terapia de pareja durante (online) o al acabar el confinamiento para distinguir el nivel del problema.

Sea como sea, no es buena idea tomar decisiones drásticas en momentos de gran estrés emocional, y añadir más malestar psicológico a una situación que no es de por sí fácil. Si tienes pensado separarte, plantéate esperar al que acabe el confinamiento para comunicárselo a tu pareja (y familiares) y aprovecha para ir preparándote mentalmente mientras aún convivís. Tanto en este caso, como si ya lo tenéis claro ambos, ya no ayuda discutir y sólo aumenta el dolor cuando no hay posibilidad real de alejarse ahora mismo. Es complicado mentalizarse del cambio cuando se convive forzosamente pero mientras estemos en esta situación extraordinaria mantened la cordialidad y haced una tregua (especialmente si tenéis hijos). Es lo mismo que ocurre cuando, por motivos económicos o logísticos, dos personas conviven aunque ya no sean pareja.

Para reducir el malestar psicológico general por el encierro y el específico de pareja, propongo algunos consejos:

  • Organización y reparto consensuado de tareas y espacios (para evitar acumular malestar que derive en discusiones que acaben siendo dañinas). Debe tenerse en cuenta las necesidades de cada uno y estar atentos al otro sin descuidarse. Poder negociar y pedir cambios cuando se vea oportuno es clave para la buena conviviencia.
  • Mantener tiempos personales: permanecer bajo el mismo techo no significa estar juntos ni hacerlo todo juntos: cada uno tiene que poder dedicar un rato a actividades personales y disponer de espacio físico propio. Necesitar hacer cosas sin la pareja es normal y saludable, y no permitirlo puede generar sentimientos de enfado, culpa, rencor y ansiedad. Eso sí, deben darse en momentos que no compliquen la gestión familiar al otro, y no extenderse demasiado, combinándose con los ratos compartidos.
  • Reservar tiempo para la pareja (especialmente si hay hijos, que demandan y dificultan la intimidad): como no se puede salir a cenar ni contar con “canguros” hay que buscar los momentos más propicios para estar a solas con la pareja, y por qué no, montar alguna cenita romántica en casa, arreglarse y tomarlo como una cita. Mantengamos el romanticismo y la intimidad. ¡Recordemos por qué elegimos a la persona con la que estamos y que lo de menos es el escenario, lo importante es la compañía!
  • Claridad y asertividad al pedir cambios: si alguien siente que la otra persona no está cumpliendo el reparto, ocupa mucho tiempo en revisar las redes sociales, etc. o cualquier otra situación que causa malestar, se debe poder comunicar antes de que se convierta en un problema y salga a modo de reproche. Prueba a explicar en primera persona qué es lo que te causa malestar, y cómo prefieres que se haga. Sin poner etiquetas y generalizar.
  • Entender que ser pareja no significa pensar igual en muchos temas y respetar las opiniones diferentes. Se puede dialogar, dar argumentos para convencer al otro, preguntar para entender la otra postura… pero no molestarse por no tener el mismo punto de vista. Y desde luego no considerarlo un problema para la relación, salvo que sean temas muy importantes que os genere conflictos de intereses o valores principales que os alejen emocionalmente. Pero muchas veces son sólo las maneras de exponer los temas y no la opinión profunda la que nos incomoda del otro. ¡Cuidemos esto entonces!
  • Apoyarse mutuamente y respetar las maneras diferentes de manifestar emociones como el miedo, malestar, ansiedad… (siempre que no dañe a otros o a sí mismo). Sabemos que lo está pasando mal, aumentemos la paciencia y la empatía. Estar atentos a si la pareja puede estar mal, aunque no lo diga. Podemos ofrecer nuestro apoyo, tratar de calmar o distraer a la pareja, respetando sus tiempos y preferencias para consolarse. Y aprender a pedir apoyo, ya que la pareja puede no identificar expresiones de malestar al no coincidir con las propias, o no ofrecer consuelo como necesitamos.
  • Apoyarnos y distraernos también con otras personas (vía teléfono, whatsap, videollamadas, …) para no sobrecargar la relación.
  • Aprovechar a hacer esas cosas que se suelen dejar para cuando haya tiempo: ahora que no se puede salir a hacer ocio fuera de casa, aprovechemos para todo eso que solemos dejar porque no es realmente necesario pero que nos gustaría hacer en algún momento: organizar cajones, seleccionar fotos y borrar otras, listas o grabaciones de música, limpieza más a fondo, escribir o llamar a conocidos, revisar papeles, organizar el presupuesto familiar… Recordad que el respeto y comunicación asertiva es la base de todo: vuestra pareja no tiene por qué entender de la misma manera la necesidad de realizar ahora lo que lleva tiempo aparcado.
  • Destacar lo positivo de la pareja en lugar de fijarnos en lo que nos disgusta. Tanto tiempo tan juntos hace que se aprecien características y hábitos del otro que de otra manera pasan desapercibidos. Pero también se pueden apreciar cualidades y buenas costumbres que no se dan cuando el tiempo común es menor.
  • Innovar o retomar ocio adaptado: desde juegos de mesa y lectura, manualidades, pintar, coser, cocinar, ver la tele, buscar videos de nuestro gusto, estudiar, cotillear cosas por internet, meditar,… a adaptar actividades que normalmente se hacen en otros espacios: ejercicio en casa, aprender idiomas, actividades lúdicas corporales para niños, bailar, reuniones con amigos a través de aplicaciones de comunicación, debates en familia, etc.
  • Innovar y probar cosas diferentes también en el sexo: es el momento de poner en marcha la imaginación y atreverse a realizar algunos cambios para reactivar el deseo. La ternura e intimidad no sexual también se puede impulsar estos días, aprovechando para sonreír mirando a los ojos al cruzarnos por el pasillo, rozar o acariciar mientras sacamos los platos del lavavajillas, un beso fugaz mientras el otro ve un rato sus redes sociales, etc.
  • No idealizar: pasar tiempo juntos no significa estar acaramelados todo el rato; la planificación pactada puede sufrir variaciones; las apetencias pueden no coincidir; lo que parecía un buen plan puede resultar insulso… y viceversa. Id aprendiendo y rectificando con la experiencia. Flexibilidad y comprensión.

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